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Pocos clientes en el bar de Emilio. Pocos, y no demasiado
bien avenidos, que aunque la mayoría nos definimos “de izquierdas”, lo que no
nos fiamos del PSOE andamos a la greña con los que se proclaman “socialistas”.
El “efecto Sánchez” ha catapultado a su partido en las
encuestas. Sin embargo, quienes tenemos más prisa, le reprochamos que Rajoy
sigue ahí, que los casos aislados continúan aflorando, que ganaron las
elecciones haciendo trampa y que no pasa nada. Nada, a pesar de las promesas de
Sánchez.
Vale, que no le dejan en el partido. Vale, que tiene que ir
a paso lento. Vale. que la prudencia debe prevalecer para que no ocurra como
antes… No. No vale, porque ya está ocurriendo lo mismo que antes: donde dijo
bla, bla bla, se oyó ble, ble ble y vuelve a oírse ble, ble ble.
Lo que más me preocupa de todo este “defecto Sánchez” es que
sigue perdiendo España, seguimos perdiendo los trabajadores precarios, tengamos
un contrato de miseria o seamos “emprendedores” sumidos en idéntica miseria.
Y Sánchez nos mira desde arriba, con buenas palabras, con
nulas intenciones.
Permitidme, pues, que yo no hable del “efecto” Sáncez, sino
del “defecto” Sánchez. El mismo de antes, inmutable.
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