Que dicen los defensores de Franco, que los restos del dictador son de la familia, y que sin su permiso no se pueden tocar.
Que digo yo, que lástima que no aplicaran esa doctrina a los que fusilaron y enterraron en las cunetas. Parecía que los restos eran suyos y no de las familias y por eso los dejaron abandonados en cualquier rincón de España.
Y que digo yo, que por la boca muere el pez.
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