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Una aceituna parda rodó por la mesa, insumisa a ser pinchada
y devorada. Emilio, el camarero, que estaba de buenas a pesar de la derrota de
España (de la que todos hablaban en el bar) rió y comentó que era un cerebro
que se fugaba de la tierra patria para enriquecer con su sabiduría a los países
de la UE. Reímos sin demasiadas ganas.
El nuestro era el único corro en el que la roja no
protagonizaba la tertulia, hasta que… Hasta que llegó Aurora, y siendo roja
como es, comentó el nuevo rumor, afirmado y desmentido desde educación, de que
en un futuro próximo, en lugar de becas, los universitarios recibirán préstamos
que habrán de devolver.
Aurora rompió el hielo: “La propuesta sería sensata si…
Si al acabar la carrera, los
estudiantes encontraran un trabajo bien remunerado para poder devolver el
préstamo.
Si no implicase una medida de
disuasión para estudiantes sin recursos, que, ante el temor de no poder
devolver el crédito, abandonarán sus estudios.
Si no favoreciera a los de
siempre, hijos de… Hijos de los de siempre.”
Nadie le llevó la contraria. Todos estimamos que sus
argumentos están cargados de sentido común. Todos abogamos porque esta estupidez
quede en simple bulo, en andanada de tonterías lanzadas al viento para evaluar
la contestación popular.
Por cierto, la contestación fue escasa: entre los reyes (el
entrante y el saliente) y los reyes de la pelota (los del mundial ése) la gente
está para mucha distracción y poca educación.
Este día, Aurora pidió otra ronda, ronda que supo amarga,
como amargan son las becas que se escapan.
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