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La Defensa de la
Constitución.
El viernes explotó Nekane en el bar. No aguantó tanto
comentario vacío, tanta hipocresía. Tanta frase con fecha de caducidad pasada.
Hablábamos, como no, de Escocia y Emilio espetó una diatriba
contra la consulta catalana y el secesionismo, al tiempo que se deshacía en
loas a una Constitución que no votó, porque no tenía edad para hacerlo, y que
no habría votado, porque los de su ideología se oponían a Ella.
Consciente de que no es una transcripción literal, aunque lo
intenta, espero no dejarme ninguno de los argumentos que esgrimió Nekane, y me
apresto a comenzar.
¡Hay que joderse, Emilio! ¡Que tú digas eso! ¿Qué Constitución? ¿Ésa en
la que ninguno de los presente participamos? Te recuerdo que ninguno pudimos
participar en Ella. Para votarla, Emilio, había que haber nacido en 1957. ¡En
1957! Casi todos lo que estamos aquí pasamos de los 50 tacos y ninguno de
nosotros pudo opinar. Es una ley que representa a mi padre, y a mi abuelo, pero
no a mí, ni a mis hijos.
¿Me hablas de Ésa que nació del miedo a regresar a una dictadura? ¿De Ésa,
conservadora a la fuerza porque tenía a los militares, con las pistolas
cargadas, esperando a ver qué se hacía? ¿De Ésa que hizo que sólo dos años y
medio después de aprobarla algunos tomaran el Parlamento al grito de “se
sienten, coño? ¿De Ésa?
A lo mejor me hablas de la que se olvida del derecho a la educación, a
la vivienda, a la igualdad de sexos… Claro, de Ésa no queréis hablar. Ésa es la
de mentira, la de juguete, la de quedar bien frente al extranjero. La de
incumplirla sistemáticamente. Aquí sólo cuenta la de la indisoluble unidad de
la patria, sin importar si hay o no sentimiento de patria.
¡No, Emilio, no! Déjame que te diga que los tiempos han cambiado, que
cuando se votó esta Constitución éramos unos pardillos que no nos enterábamos
de nada, que no sabíamos las normas de una democracia, que nos la metieron
doblada y que siguen haciendo de nosotros lo que les da la gana invocando una
Constitución que sólo se puede cambiar, parece, cuando favorece a la banca.
¿Sabes lo que te digo? Que esa forma de mentirnos sobre qué es
democracia es lo que quiso evitar la propia Constitución. Una Constitución que
urge cambiarla, estudiarla y consensuarla de nuevo con aquellos que nacimos
después de 1557, que somos la mayoría hoy.
Emilio no contestó. En silencio rellenó los vasos y musitó
sin atreverse a levantar el tono…
¡La casa invita!
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