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Con “C” de hepatitis.
El runrún de la tele no me deja concentrarme en las bobadas
que dice uno y replica el otro. Nuestra conversación es intrascendente,
cuaderno de bitácora de anécdotas navideñas. En la tele, sin embargo, Alfonso Alonso trata de convencernos de
que el problema de los enfermos de Hepatitis
C se resolverá con la creación de un comité de expertos. Se me revuelve el
estómago.
Hace tiempo que nos juró Ana Mato (la imputada por aprovecharse de lo que su marido obtuvo
ilícitamente) que todo estaba resuelto. Hace tiempo que aseguró Alonso que todo estaba resuelto… Sin
embargo ahora delegan en un comité para seguir dando largas a una gente a la
que se le acaba la vida, a la que la muerte se le adelanta por la dolosa
incompetencia de un grupo de necios que se dicen Gobierno de España.
No hago caso a las anécdotas navideñas que cuentan los unos
y escuchan los otros. Sólo me centro en mis deseos. Deseo de que la patente del
medicamente de la discordia sea expropiada, deseo de que se juzgue por
homicidio culposo a los responsables de nuestra sanidad, y con ellos a los
directivos de una multinacional sin escrúpulos para la que la muerte de un
enfermo sólo es un arma de presión en las negociaciones sobre el precio de las
pastillas.
Los laboratorios son accionistas de la muerte. Nuestro
gobierno actúa como mercenario de las multinacionales farmacéuticas.
Me abandono en el vaso de vino peleón mientras pienso que
pasado mañana, con la ley mordaza, quizás no pueda decir estas cosas tal y como
las pienso. La censura va a ser la auténtica marca España.
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