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Más de lo mismo.
Con eso del año nuevo, nos juntamos muchos en de bar de
Emilio. Algunos hacía tiempo que no se pasaban por nuestras tertulias. Me
alegró ver a Nico, uno de la vieja guardia socialista. Me gustó volver a
charlar con él, y me encantó el tono de la conversación, que me permitió
aclarar algunos puntos de mi forma de pensar en 2015.
Nico estaba dolido conmigo. Según él, he iniciado una
campaña de acoso contra un partido de izquierdas. El único, afirmó, que puede
derrotar al PP y devolver las libertades a España. Finalmente, aseguró que me
he abandonado en brazos de un partido totalitario, cuyo planteamiento nos hará
retroceder en economía y democracia.
Miré a Nico antes de responderle. Aún en silencio, le vi en
mi memoria hace treinta y pico años, cuando rechazaba la instalación de
nucleares en España, cuando criticaba a los maderos por ser hijos de los
grises, cuando González era algo más que una chaqueta de pana. Después, con los
recuerdos aguijoneando mis palabras, hablé.
- ¿Un partido de izquierdas? De izquierdas eran los que se negaban a la entrada de España en la OTAN, pero no los que nos vendieron haciendo campaña en su favor.
- De izquierdas eran los que prometían libertad de conciencia, no los que encarcelaron a miles de objetores e insumisos.
- De izquierdas eran los que defendían a los trabajadores, no los que crearon las ETTs que esclavizan a unos pocos para que los mercaderes del sudor ajeno puedan forrarse.
- Izquierda, era aquel que prometía que en su seno nunca habría un Roldán o un Juan Guerra, por más hermanísimo que fuera del Vicepresidente.
- No. No me he abandonado en manos de Podemos, pero rechazo la pana raída por reformas constitucionales que rescatan a los bancos y deshumanizan a las personas.
- No. No Podemos no monopoliza mi conciencia. Lo que me mueve, es soñar que juntos podemos, como en otro tiempo tal vez pudiésemos haberlo hecho a vuestro lado… Pero os cambiasteis de bando por… Sí, por un puñado de dólares.
Nico pidió otra ronda. Apuramos nuestros chatos en silencio.
El arrastraba la culpa de un pasado que le muerde la conciencia; yo, la pena de
ver a tantos amigos sufriendo por una ideología distorsionada por un aparato
que no se merecen.
- ¡Feliz Año nuevo! Me dijo.
- ¡Igualmente! Respondí abrazándole.
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