¡Ay, doña Esperanza, que a mí hay algo que me estorba más que los sintecho! Ay, doña Esperanza, que a mí me molesta más ver la hipocresía de quienes tratan de ocultar la realidad para que no se vea, para que nadie la conozca.
Ay, doña Esperanza, que a mí me estorban los que son como usted, los que no resuelven problemas, los que los trasladan, los ocultan... ¡Los crean!
¡Ay, doña Esperanza, que sólo me queda una esperanza: que las gentes como usted dejen ya de gobernar, que se jubilen, que dejen de arruinar vidas y sonrisas, que se vayan a sus casas!
¡Ay, ay, doña Esperanza!
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