Artículo y chiste para http://salamancartvaldia.es/ |
Vivimos en un mundo tonto, en el que a los hechos sin
importancia se les otorga una relevancia que no merecen, mientras que se banaliza lo serio.
Asistimos a un juicio contra una mujer por haber entrado en
una iglesia dando voces y mostrando su sostén. Se le pide un año de cárcel. ¡Un
año de cárcel por vocear en una iglesia!
Estamos locos. A los chorizos, a los delincuentes de verdad,
esos de guante blanco y anillo de diamantes, se les demoran los juicios, se les
hace diputados, se les afora en el senado.
Jorge está más que enfadado en el bar. Está dolido, también,
por la cantidad de mamarrachos que justifican la violencia de los que acusan
(violencia legal) diciendo que, si tan valientes son, hagan lo mismo en una
mezquita. “Miro a mi alrededor y, a dios
gracias, no veo ninguna en ninguna facultad, así que el reto es de imposible
cumplimiento”, argumenta con toda la lógica del mundo.
Le digo que religión e instituciones públicas tienen que
separarse ya. La religión es un hecho individual, lo público es colectivo.
Insisto en que la religión no tiene cabida en las aulas. Nekane asiente.
Luego comentamos que en unos días nos impondrán desfiles de
encapuchados. Prohibirán que aparquemos en las calles por un desfile privado.
Nos someterán a vías cerradas a coches y peatones, por el capricho de una
religión que se adueña de las ciudades. ¿Dónde queda entonces mi libertad
religiosa? ¿Dónde, si no quiero ver procesionando imágenes de torturados?
¿Dónde si sigo creyendo que todo eso es un invento humano, y que lo único
divino que tiene es que permite a cuatro, desde hace dos mil años, vivir como
dios?
Hay dos varas distintas. Con una miden sus pecados, y
siempre resultan pequeños. Con la otra nos dan en la cabeza a quienes no
pensamos como ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario