Qué mala suerte tienen las familias de los ricos, que no hablan entre ellos.
Fijo que no se leyó el contrato, ¿para qué? Pero estoy convencido de que eso de no saber nada...
Que algún día papá le contaría que tiene el futuro asegurado, que algún día le diría que he hecho esto o aquello. Vamos, lo normal entre miembros de una familia. Y más cuando le van los garbanzos en ello a sus miembros.
Lo dicho, qué suerte tengo de no haber sido rico. Qué suerte tengo de no serlo.
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