¡Qué torpe es la Iglesia que fuerza a la Justicia a tomar una decisión que nadie entiende, ni comparte!
¡Qué torpe la Justicia, que se alía con quien es nadie para enfrentarse a la ciudadanía!
¡Y qué torpe el gobierno que hace del pecado un delito, pero no condena las faltas de los auténticos delincuentes!
¡Qué vergüenza de ley y de sentencia!
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