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Le digo a Emilio, el camarero, que me asusta pensar que puedan
volver al poder los de la caja B, la corrupción y las cloacas.
Se ríe, me llama ingenuo y afirma que todos tienen caja B,
que todos son corruptos, que todos manejan las cloacas a su antojo.
Le digo que quizás tenga razón, y me entristezco más aún. No
entiende nada. Entonces me explico: me asusta pensar que puedan volver al poder
los de la caja B, la corrupción y las cloacas… Y, encima, tan negados como para ser los únicos que se dejaron pillar.
Se ríe
y sirve una ronda. “¡La casa invita!”, me dice.
¿Cuándo dejaremos de hablar de las cloacas del estado?
ResponderEliminar¿no sería más propio hablar del estado de las cloacas?
Buena apreciación, aunque... El orden de los factores no altera el producto
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