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Emilio, el camarero, pasa la bayeta por el mostrador, limpiando
la espuma de la última lenta cerveza que ha tirado. Me mira y me pregunta por
mi opinión sobre el brexit. Me sorprende, casi nunca hablamos de temas
internacionales. Dice que le aburren, que no son nuestros, que pillan muy
lejanos. Sin embargo, Emilio tiene una sobrina trabajando en Londres como
camarera y anda preocupado por si tiene que volverse a España.
Me sorprende que saque este tema y me dice que ha oído en la
tele que el inglés ése, ha llamado a Sánchez para ver si entre todos pueden
llegar a un acuerdo. ¡Casi me da un ataque de risa! Me imagino a Sánchez
diciéndole a Johnson que espere tres o cuatro meses y que, cuando sólo queden
unos días para la fecha tope, ya se juntarán. Y que no se preocupe, que seguro
que alcanzan un acuerdo.
Y es que Sánchez, de estadista tiene lo mismo que de socialista,
a saber, que las dos palabras terminan igual, aunque, puestas en su boca, ambas
carecen de significado.
Masculla no sé qué Emilio, mientras se va al otro lado de la
barra a servir a la parroquia que acaba de llegar.
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