Detrás de las grandes cifras del Gobierno se esconde la realidad empeñada en demostrarnos que no es oro todo lo que reluce. Y que, para el caso de que fuese oro, no estaría a nuestro alcance, sino al de los cuatro de siempre a los que le va bien que los contratos sean precarios. Muy precarios.
Sólo somos cifras que adornan las mentiras de una política económica que no funciona.
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