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Algunas veces creo que en lugar de vino tendría que pedir
aguardiente en el bar de Emilio. Por eso de aguantar las tonterías que hay que
oír, digo.
Lo malo no es que Rajoy afirme que Colau o Carmena dañan la
economía. Lo malo, es que muchas personas, como Emilio, se lo creen y hacen de
ello religión, mandato inquebrantable.
Necesitamos más de un año para poder evaluar resultados,
desde luego. Necesitamos, al menos, cuatro para saber que quien critica lo hace
desde la ausencia de credibilidad económica: es decir, desde el incremento de
la pobreza; desde el vaciado de la hucha de las pensiones; desde el récord de
deuda.
Emilio, sin embargo, nos habla de creación de empleo,
olvidando que muchos trabajadores (de los que tienen contrato y sueldo) viven
por debajo del umbral de la pobreza. Emilio olvida, también, que los contratos
son precarios, que la clase media está a punto de desaparecer.
Rajoy, que manda cartas a Europa contradiciendo lo que dice
en España, vuelve a mentirnos con descaro. Y seguirá haciéndolo. Los Emilios
son legión en España, y ya se sabe que la legión vota mayoritariamente a la
derecha.
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