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Andan tan contentos los oficialistas con la subida del
salario mínimo. No es mala noticia, desde luego, pero debería ser mejor.
Ése es mi planteamiento en la tertulia que mantuvimos el
viernes en el bar de Emilio. El camarero, cada vez más en su papel de hijo
pródigo que vuelve a los brazos de papá PePé, me dice que soy un amargado, que
protesto por todo, que nunca me satisfacen ni siquiera las buenas noticia.
Le interrogo acerca de cuáles son esas “buenas noticias”, “la
subida del salario mínimo”, me espeta.
Para cobrar ese salario, razono, tienes que tener un
contrato a jornada completa, que casi nadie lo tiene hoy en día. Y a mes
completo. Utopía.
Vuelta la burra al trigo. Que si soy un derrotista, que si
soy un pesimista.
Pido una ronda. Para mí, cerveza sin, que me mantienen la
condena y no debo tomar alcohol. Entonces recapitulo lo que han sido estos
meses de gobierno PsoePular: esquilman la hucha de las pensiones, suben los
impuestos, aunque prometieron que no los subirían, aumenta el desempleo, cae el
número de cotizaciones a la seguridad social…
¡Qué duro se me hace ser ateo! Con lo bien que me vendría
encomendarme al ángel San Marcelo.
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