Cuanto más alto escalan, más tontas parecen.
La una, firmaba lo que le decía su marido al grito de Sí, bwana.
La otra, no sabía que le daban el alto los agentes de movilidad, ni que atropellaba una moto, ni que no se puede estacionar,,,
La de más allá, no se sorprendía porque aparecieran vehículos de alta gama en el garaje de su casa: eran cosas de su marido.
Definitivamente necesitamos una revolución de las mujeres que exilie a tanta tonta caradura, a tanta convencida de que nos puede trartar a los demás como si fuésemos imbéciles.
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