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Maldicen unos clientes en el bar de Emilio los festejos del Orgullo
en Madrid. En su criterio, no hay nada de lo que enorgullecerse por ser
homosexual, “bi” o “trans”. “Ni nada de
lo que avergonzarse”, les espeta Nekane, que anda combativa estos días.
Hablan en el mismo informativo del saqueo de la hucha de las
pensiones y ahí, los doctos parroquianos de pacotilla, no tienen nada que
decir. Claro, como los que la esquilman no son mariquitas, el saqueo no es reprobable.
Cada vez me doy más cuenta de que vivimos en un mundo sin
criterio, donde nos entretienen con lo banal para que lo serio pase
desapercibido.
No me asusta que se vacíe la hucha famosa, el dinero sale de
los mismos y lo gestiona el equipo de siempre. Si no lo encuentran en la hucha,
lo sacarán del calcetín, de debajo del colchón o del saquito de los ahorros del
abuelo. Lo que me agobia es que nos manipulen de esta manera, y que nos
mientan. Que nos mientan. Que nos mientan.
Anteayer prometían que no habría problemas con la hucha. La
realidad nos abofetea con la misma fuerza con la que se critica en los bares a
la gente por ser homo, bi, trans o lo que la naturaleza le haga a cada quien
sentirse.
Ni el vino peleón que sirve Emilio está más adulterado que
esta sociedad nuestra.
En esta democracia cada cual es libre de desinformarse a su gusto. Entretenidos estamos, mientras no dejan de vaciarnos (los bolsillos y el coco).
ResponderEliminarcoco, lo que se dice coco, nos queda bien poco. A las pruebas me remito. :-(
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