Como si de una novela de Dickens se tratara, pero en su versión más aterradora, regresan fantasmas del pasado con idea de hacerse fuertes en el presente.
Avanza con paso firme el nacionalismo español, impasible el ademán y presente en su afán de asentarse, de nuevo, en una sociedad que empezaba a abrir los ojos.
Una, grande y libre para hacer de Ella cortijo de señoritos que, como los de antaño, se enseñorean por las calles luciendo ostentación y banderas, mientras sus subalternos, haciendo de palmeros corean que son españoles y muy españoles.
Entre tanto, como siempre, la casa sin barrer.
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