A su emérita majestad le duele la cartera, que es mucho peor que las migrañas, la angina de pecho o las piedras en el riñón. Es que ha tenido que entregar otros cuatro millones de euros a la Hacienda pública por algunos ingresos que no había declarado. Cosa de nada, según parece. Y es que, a quien tanto tiene y de tan diversa procedencia, es lógico que se le olviden unos millones por aquí y otros por allá.
Y la de ellos más que estarán ocultos debajo de la alfombra de la amnesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario