Son las tres derechas. Las distintas que se diferencia en poco. Las únicas, que confluyen enseguida. Las auténticas, que se descafeínan en cuanto se juntan unas a otras.
Las que se pelean por lo hermosa que es la reconciliación. Las que reparten sillones y compran voluntades. Las que, hasta en los gestos, se plagian las unas a las otras.
Poco más se puede esperar de ellas. Son las tres derechas.
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