No se apean del burro. Se muestran incapaces. Nos hacen creer que son capaces de hablar, de negociar, de llegar a acuerdos, pero todo es la nada.
Se llaman representantes del pueblo, pero sólo son capaces de repetir las cifras de los votos, sin dar más pasos adelante.
Se enrocan. Sacrifican torres creyéndose reyes, cuando no son más que reyezuelos.
Y ni eso.
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