Entró en vigor el tratado de las narices. Ése que abandona a los refugiados y les expulsa de forma masiva, aunque digan que no es así. Ése que criminaliza a las personas por querer vivir y trata de imponer normas "normales" cuando nos enfrentamos a una situación de absoluta anormalidad. Ése que nos convierte en seres deshumanizados y olvidadizos, incapaces de recordar que media Europa huyó de las garras de otra media (y fue acogida) y que quizás algún día nos vuelva a pasar.
Europa no está, en absoluto, a la altura de las estrellas con las que quiere identificarse.
¡Ah, y que no te engañen ahora! España también ha firmado ese acuerdo, por más que sus dirigentes traten de presentarse como garante de los derechos de los migrantes.
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