Capítulo XXXIV. Salpicados. En el que se ilustra cómo los unos y los otros, de otros o unos lados, resultan salpicados por la duda y la certeza. Por lo que se deduce que el charco debe ser gigantesco, cuando casi todas las gabardinas lucen manchas.
Toca al otro lado, que no es reverso de la moneda, sino cruz. Siempre cruz.
¡Qué cruz nos ha tocado al tener que vivir con tanta canalla!
Padre, perdónales porque saben perfectamente lo que hacen.
Políticos y politikk
ResponderEliminarPoliticastros y politimierda.
ResponderEliminarPePin...
ResponderEliminarPPín...
ResponderEliminarEso digo
ResponderEliminar:-) :-)
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