Traicionera puede ser la poesía. |
Se empeña el Duque
en convertirse en adalid de sus allegados.
Se afana por hacerse un hueco en los corazones
de quienes tienen apego a Reyes, Infantas y Princesas.
Pobre Duque, presa de remordimientos.
Claro que, con la cartera repleta,
dicen,
los remordimientos son más livianos.
Y las penas, como con pan y vino,
son menos penas.
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