Sigue el Presidente (en funciones) jugando al papel de dialogante (lo que no hizo, ni jugando ni de veras en los cuatro años de legislatura). Continúa, dice, tendiendo su mano a una gran alianza que salve a España de las izquierdas y los separatistas.
Argumenta que no tiene líneas rojas.
Muchos españoles, tampoco. Ni líneas, ni dinero para pagar la luz, ni comida, ni calefacción. Esa es la realidad negra negrísima que provocaron sus líneas rojas del pasado, esas que cruzó a nuestra costa, esas que pagamos los ciudadanos.
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